Trabajamos en algunos de los lugares más peligrosos del mundo. A pesar de la naturaleza de nuestro trabajo y su impacto, no existen garantías de seguridad para nadie. A principios de septiembre tuvo lugar una emboscada en un convoy humanitario de World Vision. Como resultado, uno de nuestros trabajadores murió y otro resultó herido.
Estamos conmocionados y profundamente entristecidos.
El convoy estaba en camino para entregar alimentos y suministros desesperadamente necesarios al este de la República Democrática del Congo. La zona sufre una grave escasez de alimentos y altas tasas de desnutrición infantil, lo que empeora las dificultades inherentes a esta zona.
Como tantos otros refugiados, las familias en el este de la República Democrática del Congo se han visto obligadas a tomar decisiones desoladoras, huyendo de sus hogares, cultivos y medios de vida, para poder mantenerse con vida. El actual conflicto, las revueltas sociales y años de gobierno debilitado son solo algunas de las complejas razones por las que los niños y las familias más vulnerables continúan sufriendo en el país.
En lugares peligrosos, la vida puede cambiar en un instante. A pesar de esto, creemos que todos los niños, sin importar sus circunstancias, merecen esperanza. En terreno, esto lamentablemente puede resultar en pérdidas devastadoras.
Nuestro personal son héroes anónimos. Literalmente, arriesgan sus vidas para garantizar que los niños que viven en los lugares más peligrosos del mundo tengan esperanza y la oportunidad de sobrevivir, recuperarse y construir un futuro.