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Joyce rechazó la mutilación. Esta es su historia.

Joyce, de 23 años, es de Sook, Kenia.

“Me gustaba ir a colegio y era muy aplicada con mis estudios. Pero un dia mi padre me dijo que tendría que casarme tras el octavo curso. Mi madre me lo confirmó, yo sólo tenía 14 años por entonces.”

Al mismo tiempo, la madre de Joyce les comento a ella y a su hermana que se prepararan para recibir la ablación. Es una práctica a menudo preparatoria para el matrimonio, una tradición antigua que priva a las niñas de su derecho a construir un futuro.

“Le dije a mi madre que me negaba. También animé a mi hermana pequeña a negarse, aunque ella quería obedecer a nuestros padres.”

La huída

La Mutilaciñon Genital Femenina (MGF) es ilegal en Kenia. Es una tradición cultural que se cree que garantiza un buen matromonio y su futuro. A pesar de ser ilegal, muchos padres y sus hijas siguen con esta creencia incluso sabiendo sus riesgos.

“Mi madre quería saber por qué me negaba. Le pedí que esperara al menos hasta tener los resultados de mis exámenes finales. Se puso furiosa y yo estaba asustada. Tuve que escaparme a casa de mi tía y pedirle ayuda", cuenta Joyce.

Muchas niñas no tienen familia a la que acudir. Joyce se escondió entre árboles y matorrales durante el día, y por la noche durmóa en casa de su tía.

Buscaron ayuda y pudieron reunirse con un miembro del equipo de World Vision, que le proporcionó un lugar en el que quedarse en una escuela cercana. Le entregñi un colchón y enseres básicos.”

El abandono

Con la ayuda de World Vision, Joyce ha continuado estudiando, pero ha pagado un precio muy alto por rechazar a sus padres y esa práctica cultural.

Echa de menos a su familia y le gustaría volver a casa.

A pesar de las conversaciones facilitadas por el personal de World Vision, la madre de Joyce se ha negado a que regrese a su casa, pero le permiten una visita ocasional. “Las reuniones familiares son supervisadas por un miembro de nuestro personal, porque todavía existe el riesgo de que la familia le haga la ablación”, explica Ken, un miembro del personal de World Vision.

Joyce espera que algún día en el futuro pueda volver a vivir con su familia. No será fácil, la expriencia de Joyce ha inspirado a su hermana pequeña, que también rechaza ahora esta antigua costumbre. A pesar del alto precio pagado, Joyce es agente del cambios, predicando con el ejemplo y empoderando a otras niñas para que alcen la voz y digan "no" a la MGF.

Cambios culturales

En las comunidades donde todavía se realiza esta práctica, el personal de World Vision trabaja junto a la comunidad, asegurando que las discusiones y los talleres se faciliten con los líderes religiosos y de la propia comunidad. Pero la educación lleva tiempo y millones de niñas todavía se ven obligadas a pasar por esta tradición dañina cada año. Chicas como la hermana pequeña de Joyce.

Cuando se le pregunta sobre ella, Joyce responde sobrecogida:

“La obligaron a casarse justo después de haber sido mutilada. Se convirtió en madre de una niña con solo 14 años”.

Cada año, 3 millones de niñas son forzadas a sufrir ablación. World Vision lucha contra la mutilación genital construyendo refugios para niñas y educando sobre los derechos de niñas y mujeres y los peligros de esta práctica

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Protección infantil

Muchos niños de Mosul, en Irak, han vivido la tragedia de la guerra de primera mano, siendo heridos ellos mismos o habiendo perdido a algún familiar. Gracias a los programas de protección infantil de World Vision, los niños afectados debido a este trauma están grecuperando de nuevo la confianza.

Como por ejemplo Malak, de 8 años, que fue herido por una bomba y se volvió muy tímido y reservado, y ahora "disfruta estudiar y jugar con sus amigos", según su hermana Dalal. World Vision ayuda a estos niños a recuperarse del trauma:

  • Acompañándolos con personal de orientación.
  • Porporcionando espacios seguros en la ciudad para jugar y realidad actividades educativas.