El ser humano es resiliente. Hemos sobrevivido y avanzado en muchas circunstancias difíciles, gracias a nuestra capacidad para resolver problemas y reconocer y escapar del peligro. Pero, ¿qué ocurre cuando no queda ningún lugar al que ir?

El cambio climático, que es la crisis más importante de nuestro tiempo, no sólo afecta al medio ambiente. Una de sus consecuencias más devastadoras es el desplazamiento humano, con una migración forzosa que ya se está produciendo a niveles devastadores y de gran alcance.

Y, como suele ocurrir, las personas vulnerables que viven en los países más frágiles y afectados por conflictos están soportando la carga más grande.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) predice que 200 millones de personas podrían verse desplazadas por el cambio climático en 2050. Si alguna vez ha habido un momento para unirse como especie y resolver un problema, ese momento es ahora (bueno, en realidad fue hace unos 40 años, pero más vale tarde que nunca).

Boulama, jefe de la aldea de Gueskerou, con el coordinador del programa frente a una de las estaciones de agua gracias a la energía solar. A principios de octubre de 2019, el río Komadougou en la región de Diffa (Níger) se desbordó de nuevo. 23.000 personas tuvieron que huir en pequeñas embarcaciones dejando sus aldeas, casas, tierras de cultivo y la vida que habían conocido y construido durante generaciones.

Ibrahim Mohamed Samna

El cambio climático no reconoce fronteras ni discrimina por raza o clase. En nuestro país vemos como año tras año las costas se ven afectadas por fuertes temporales de viento e inundaciones. Los niveles de lluvia y las cuencas hidrográficas están en mínimos históricos.

Además, vivimos con la amenaza de ver como Doñana, al igual que la mayoría de las Rías Baixas, y el delta del Ebro desaparecerían por causa del deshielo y la subida del nivel del mar. Sí, el deshielo nos afecta de forma directa aquí en España.

Al mismo tiempo, al otro lado del mundo, se producen desastres climáticos basados en el mismo origen: el cambio climático.

Las mujeres asisten a un programa de salud y nutrición en el asentamiento recién formado tras tener que huir de sus hogares. Estas mujeres y sus familias se vieron obligadas a emigrar debido a los continuos y cada vez peores cambios climáticos. La crecida de los ríos y las inundaciones recurrentes destruyeron sus hogares, junto con los cultivos, las fuentes de alimentos e ingresos del pueblo.

Ibrahim Mohamed Samna

En octubre de 2019, tras semanas de fuertes lluvias, el río Komadougou, en la región de Diffa (Níger), se desbordó y obligó a más de 23.000 personas a huir para salvar sus vidas. Miles de hectáreas de cultivos, tierras de labranza y viviendas de la región quedaron inundadas.

"Recuerdo que 3.000 familias del pueblo fueron desplazadas. Cuando me fui, perdí mis posesiones, incluida mi casa, la comida, la ropa y las tierras de labranza; todo fue arrasado", recuerda Boulama, jefe de una aldea de Gueskerou.

Según la agencia de derechos humanos de la ONU, ACNUR, la región de Diffa acoge a casi 120.000 refugiados y 109.000 desplazados internos. Y como resultado de las crisis humanitarias consecutivas, agravadas por el cambio climático en 2019, más del 10% de la población de Níger necesitó ayuda humanitaria.

Fue un golpe especialmente cruel tras años de inestabilidad para Níger causada por la sequía, la presencia de grupos armados radicales y la grave escasez de alimentos.

"Cuando empezaron las inundaciones, unas pequeñas barcas nos ayudaron a salir de la aldea con lo que pudimos salvar", añade Boulama.

La familia de Boulama escapó de las inundaciones, pero como refugiados climáticos en su propio país, la atención se centró rápidamente en conseguir agua potable y evitar las enfermedades transmitidas por el agua.

"Cuando tuvimos que huir, mis hijos enfermaron mucho de diarrea y vómitos por beber agua del río", cuenta Boulama.

Como respuesta a las inundaciones de Diffa, World Vision puso en marcha un proyecto de agua, saneamiento e higiene, con el que proporcionó puntos de agua potable y saneamiento vitales para evitar la propagación de enfermedades.

"Es increíble... este apoyo ha cambiado la vida de mi gente, incluida mi familia, especialmente mis hijos, porque ahora están sanos todo el tiempo", dice Boulama.

A medida que el cambio climático sigue desplazando a millones de personas en todo el mundo, la necesidad de los programas de respuesta a desastres de World Vision no hará más que aumentar.

Gracias a nuestro conocimiento, experiencia y nuestro valor humano, seguiremos haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para resolver los problemas que se nos presenten.

Este Día de la Tierra, el 22 de abril de 2021, seamos el cambio necesario para ayudar a proteger a las personas más vulnerables contra los impactos de la crisis climática.

Las familias obligadas a huir de sus hogares se encuentran en campos de refugiados y asentamientos para desplazados. Los elementos básicos como el agua y el saneamiento son fundamentales para garantizar que las familias puedan sobrevivir y empezar a recuperarse. Desplazados por los continuos desastres climáticos y viviendo en un nuevo campamento, esta iniciativa de agua, saneamiento e higiene, implica que los niños disfrutan de agua potable y ya no están enfermos de diarrea y practican una buena higiene para evitar la propagación de enfermedades.

Ibrahim Mohamed Samna

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Clima

El cambio climático es, sin duda, el mayor reto al que se enfrenta el mundo moderno.

Vemos claramente los efectos del clima en las noticias y en nuestras redes sociales. Las imágenes de catástrofes naturales y fenómenos meteorológicos inéditos como incendios incontrolables, heladas repentinas, aumento del nivel del mar, inundaciones y sequías demuestran los cambios en nuestro mundo y los efectos desgarradores en la vida de las personas.

El clima nos afecta a todos, pero los más vulnerables se ven afectados de formas que no asociamos con el cambio climático.

¿Ha pensado alguna vez que el cambio climático provoca el aumento drástico de los matrimonios infantiles o del trabajo infantil? Puede parecer desconectado, pero vemos constantemente los efectos del cambio climático y cómo aumenta gravemente los problemas subyacentes de la pobreza.

La violencia, el abandono, la explotación y el desplazamiento roban a los niños su infancia y su futuro. El clima y los problemas de pobreza están conectados, siendo la inseguridad alimentaria una de las mayores amenazas para los niños que viven en las comunidades en las que trabajamos.

Capacitar a las personas para sobrevivir a los desastres y construir un futuro sostenible es una forma fundamental de combatir los efectos del cambio climático en los lugares más complejos y peligrosos del mundo.