*Advertencia: esta historia tiene contenido delicado que incluye explotación sexual
Cavo, tiene 15 años y desearía poder ir a la escuela, como las demás niñas. Pero Cavo no es como las demás chicas, ya no.
Con la responsabilidad de mantener a su madre y a su abuela, Cavo no va a la escuela y trabaja todos los días. A pesar de tener tres trabajos diferentes, rara vez hay suficiente para que todos coman cada día. Algunos días lo único que comen son hojas calentadas.
Trabaja en el mercado local, recoge la colada y, sin otras opciones, empezó a prostituirse para poder sobrevivir.
Cavo conoce el estigma y los peligros de este trabajo y se siente avergonzada. Ha querido contarnos su historia para hacer partícipe al mundo de la situación que está viviendo.
"La sequía nos está afectando mucho. Si no podemos conseguir nada, nos acostamos sin comer. Ayer no comimos nada y hoy hemos tenido que levantarnos muy temprano para recoger unas hojas que hemos cocinado. Eso es lo que vamos a comer hoy".
"Me acuesto con los hombres porque tengo que mantener a mi madre. Lo hago por mi madre. Ella está sufriendo mucho por el hambre. Con lo que gano, mantengo a mi madre y a mi abuela, les proporciono comida".
Cavo es una de los millones de niñas y mujeres que se enfrentan a realidades tan crueles como ésta. Ante la alarmante escasez de alimentos, el aumento de los precios y la destrucción de las cosechas, el clima y la alimentación se están convirtiendo en dos de los problemas más críticos a los que se enfrentan los más vulnerables del mundo.
Cavo continúa explicando la desgarradora realidad de la situación.
"Si los hombres vienen, entonces me acuesto con ellos. Si me niego a ellos, ¿cómo voy a sobrevivir?. Me darán algo. A veces mienten y acaban dándote sólo 500 o 200 kwanzas". (1 dólar o 40 céntimos)”
"Si no fuera por la sequía y el hambre no estaría aquí haciendo esto. Estaría trabajando y estudiando como otros niños".
Cavo no está sola.
En todo el mundo, en los barrios marginales de las ciudades, en las aldeas remotas o en los campamentos de refugiados, vemos los efectos del cambio climático y cómo se relaciona de forma directa con una grave escasez de alimentos que conduce a la explotación, especialmente de las mujeres y las niñas.
La historia de Cavo representa el coste humano del cambio climático. Injustamente, son los menos responsables los que pagan el precio más alto.
Debemos ir más allá de la ciencia y del medio ambiente para ver el coste humano del cambio climático. Para garantizar que la infancia no se pierda por la explotación y que las comunidades puedan construir un futuro sostenible.
*nombre cambiado para proteger la identidad
¿Qué puedo hacer?
Es fácil sentir que todo es en vano en situaciones como esta, pero puedes estar tranquilo... tú, nosotros, todos juntos, podemos cambiar vidas. ¡Y eso es lo que hacemos!
Te dejamos tres formas diferentes para ser parte del cambio.
- 1
Dona
Cada colaboración cuenta. Gracias a nuestro proyecto de Rescata la Infancia ayudamos a los niños y niñas que viven en los contextos más frágiles del mundo.
Dona ahora - 2
Firma la petición
Suma tu voz para pedir una vida mejor para los niños y niñas más vulnerables.
Firma ahora - 3
Comparte en redes sociales
Concienciar sobre el problema es vital. Ayuda a otras personas a conocer la causa y cómo podemos conseguir erradicarlo, juntos.